miércoles, 14 de abril de 2010

¡Maldita pubertad!


Sé que este titulo no tiene mucho que ver con la Fórmula 1, pero todo tiene una explicación, y la que os voy a contar, no tiene desperdicio.
Ya estamos en Shanghai, salimos de Madrid el lunes a las 13:30, y hemos llegado hoy martes, a las 10:45 de la mañana. Tenemos una diferencia horaria de seis horas. Aquí son seis horas más que en España, igual que en Kuala Lumpur, pero lo malo que tiene la carrera de China, es que comienza dos horas antes que la de Malasia, por lo que os tocará madrugar.
Bueno, a lo que iba. Nada más aterrizar en tierras chinas, y después de cambiar de avión en Amsterdam, de dormir apenas unas horas, de rellenar un montón de papeles de inmigración y de esperar una cola eterna con dichos papeles en la mano, me dispongo a pasar un control policial, con mi pasaporte, con mi visado, ¡qué coño!, con todo lo necesario para entrar en China, y me pasa lo siguiente.
El policía de turno, que debía estar muy aburrido, y había decidido que hoy era su día, me dice que le entregue mi pasaporte y los papeles, yo se los entrego con mucho gusto, pero veo que el gesto de su cara cambia, y que algo raro esta pasando. Me dice que le mire, que me eche el pelo para atrás, que me levante el pelo y libere mis orejas. Yo hago caso a todo, pero eso no le vale, porque seguido a eso, se va con mi pasaporte a otra ‘garita’ a consultar con unos compañeros. Vienen los compañeros, y me empiezan a mirar, empiezo a notar que ven algo raro o alguna diferencia entre mi imagen actual y la foto de mi pasaporte, llaman a su superior, y viene su superior, acompañado de otros dos a mirarme la cara, entonces ya la situación es surrealista. Me encuentro con siete chinos delante de mi, mirándome la cara y buscando la diferencia entre mi cara actual y la de mi pasaporte, hasta que el jefe asume el mando, y me dice que donde esta mi grano, mi espinilla, que por qué ahora no la tengo. Imaginaros mi cara en ese momento, no sabía si mandar a los siete chinos que me miraban con….efectivamente, cara de chinos, a la mierda, o si llorar. Yo intentaba explicar, con mi pequeño vocabulario anglosajón, qué quién no ha tenido alguna espinilla en su vida, o que quién no ha pasado por la pubertad, pero mi problema era que yo no sabía decir grano, y que aquellos siete policías chinos, sabían menos inglés que yo. Con lo que decidí enseñar mis documentos, mis tarjetas de crédito, mi DNI, pero hasta que no saque la acreditación de la Fórmula 1, no me dejaron pasar. ¡Increíble! Eso sí, cuando pase, la gente me miraba, e incluso unos italianos, me preguntaron : ¿Tutto a posto? Que es una manera de preguntar que como estas, que si todo bien.
Así empezó mía en Shanghai, pero a partir de ese momento todo ha ido bien.
Nira, Antonio, Marcelo y yo, hemos comido en un italiano, y después nos hemos ido a una zona de compras en la que estuvimos el año pasado. Uno se da cuenta de que ya no es un novato en esto de las compras, porque solo compras lo básico, es decir, los encargos y nada más. Teníais que vernos el año pasado, Nira, Antonio y yo, parecíamos los tres Reyes Magos.
Para cenar, otro italiano, ya que en China, nadie se atreve a arriesgar el primer día, y luego, llegada al hotel pronto, porque mañana ya empezamos a trabajar.

4 comentarios:

  1. Alvaro, despues te quejas, que cara de peligroso, jejejejeje, es broma, un saludo, estamos esperando tus adelantos.

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja...que bueno leerte de nuevo! Llevo un rato partiendome de risa imaginandote con los 7 chinos..menudo panorama!! Que bueno..Pasalo bien por China. Un saludo!

    ResponderEliminar
  3. Y seguro que les sacabas una cabeza!

    ResponderEliminar
  4. Eso son ganas de tocar los cojones hombre!
    Espero, por lo menos, que se hayan quedado con tu cara para vuelta...
    Un abrazo Alvarito!

    ResponderEliminar